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¡¡Feliz inicio de Marzo!!
¿Es la primera vez que entras a mi blog? Con amabilidad te sugiero que leas las advertencias del blog, como también las secciones de: ¿Quién Soy? y ¡Entérate!; con la finalidad de evitar malos entendidos.
Una vez hayas hecho eso o si ya has entrado antes y gustas de leer de mis fanfics, no tengo nada más que decir que: ¡A leer!
Gracias por entrar y leer, espero puedan disfrutarlo.
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Tras la pelota iba aquél niño, corría lo más que podía, para tomarla e ir de vuelta y continuar su juego con su hyung.
–¡Minho, date prisa!– gritaba
Changmin, desde el lugar donde había lanzado la pelota. Aquella que sin querer
su hermano menor no había atrapado por ser mucho más bajo, dándole el trabajo
de correr hasta ella, que iba rebotando mientras más se alejaba. Minho la tomó
con ambas manitos al poder alcanzarla y sonrió emocionado, pero haciendo
pucheros regresó hasta el sitio donde había estado antes de soltar la carrera
tras el juguete.
–¡Huyng!– se detuvo frente a
él, su hermano mayor, Changmin –¡¡No la lances tan fuerte, la próxima vez irás
tú tras ella!!– reclamó el menor. Changmin sólo lo miró y rió.
–Pues, nadie te mandó a ser tan
pequeño– se burló mientras le quitaba la pelota y la rebotaba unas veces frente
al otro, quien al escuchar aquella confesión se enojó y transformó su rostro
lleno de pucheros a uno lleno de otros pucheros llorosos, pero enojados.
–¡Hyung!– le golpeó el brazo
–¡¡Que no soy pequeño!!– la irritada voz del más chico se escuchaba tan cómica
y divertida para Changmin, quien sólo reía ante las expresiones
graciosas que estaba haciendo en su rostro.
–Acéptalo Minho, eres un enano–
le dijo dándole un suave golpecito con su dedo índice en la frente,
enfureciéndolo más. Changmin pegó la carrera justo en ése momento, sabía que al
instante de su odiosa acción el menor querría golpearlo.
–¡¡Hyuuungg, no huyas de
mí!!– gritó, siguiendo el mismo camino que el mayor haya tomado antes.
–¡Alcánzame si es que puedes!–
le gritó mientras seguían corriendo por todo el patio trasero que tenía la casa
de los padres adoptivos de Minho. Ellos eran amigos de Jung Yunho.
–¡Hyung! ¡Te alcanzaré!–
seguían corriendo por todo el patio, corrían en círculos y cuando por fin Minho
estaba por atrapar a su hermano, éste lo esquivaba y seguía corriendo –Arrhhg,
no es justo, hyung. Tú eres una jirafa gigantesca, uno de tus pasos, son cuatro
pasos míos– lloriqueaba el menor. El mayor de ambos niños sólo se burlaba del
otro mientras seguían corriendo, hasta que tropezó y cayó, provocando que el
menor cayera también sobre él –¡¡TE ATRAPÉ!!– gritó el menor al caer sobre él y
abrazarlo.
Ambos comenzaron a reír
como los niños eran. Changmin se esforzaba por pasarla muy bien con su hermano
cada que tenía la oportunidad de estar con él. Había estado notando como Yunho
ponía malas caras las veces que le pedía verlo.
Porque ahora era así, Changmin
tenía que, prácticamente rogarle a Jung. Al principio tres o cuatro veces por
semana iban a verlo o Yunho traía a Minho a casa, pero las cosas repentinamente
comenzaron a cambiar y el castaño no entendía por qué.
Así que aprovechaba al máximo
los pocos momentos que tenía con su adorable niño. Lo único que tenía en su
vida, aquello que desde la lejanía le daba fuerza para continuar.
–¡¡Choi Minho!!– llamó
histérica aquella odiosa mujer, madre adoptiva de Minho. El niño se asustó y se
levantó de pronto.
–¿Sí, madre?– se acercó a ella,
Changmin sólo miraba la escena sentado en el piso.
–¿Cuántas veces te he dicho que
no te tires al piso?– lo tomó del brazo con un poco de fuerza, asustando al
menor. El hermano biológico estaba entrando en cólera.
–Lo siento, mamá…– se disculpó.
Ése “mamá” hizo que Changmin tuviera ganas de vomitar. Minho sabía que no era
su mamá. Minho le había contado las cosas que ésa mujer le exigía de vez en
cuando.
–Acaso quieres ver a tu padre
molesto, ¿uh?– dijo muy molesta. Los ojitos de Minho comenzaban a llenarse de
pequeñas lágrimas como él mismo.
¿Es que acaso el mundo pensaba
que ellos dos eran sus bufones personales, sus muñecos quita estrés o qué
mierda?. Changmin se levantó cuando vio que la mujer levantó la mano en modo de
amenaza contra el muchachito, no lo permitiría.
–Señora Choi…– dijo una vez
estando delante de su hermano –Ha sido todo mi culpa, si quiere golpéeme a mí,
no a él– dijo, echándolo para atrás con sus brazos. El tono de voz de Changmin
era serio y cortante. La mujer se sorprendió un poco, más bien, bastante.
–Tus padres no hicieron un buen
trabajo educándote y Yunho tampoco te sabe controlar, de verdad debes ser un
dolor de cabeza– espetó con antipatía. El muchacho estaba aprendiendo a
mantener la paciencia, vivir con Yunho requería mucha, así que podría soportar
a esta antipática mujer sin perjudicar a su hermanito menor, pero ésta vez no
lo haría.
–Y creo que sus padres, tampoco
lo hicieron con usted, señora Choi– la mujer usó la mano que antes habría
levantado contra su hijo adoptivo, para agredir a Changmin, fue un sonido seco.
El niño menor, se cubrió los ojos comenzando a gimotear.
–¡Mynhye!– llamó el hombre que
ambos pequeños reconocían como padre adoptivo del hermano menor –¿Por qué
has golpeado a ése niño?– exigió saber, apenado con Yunho, quien había dado
presencia de la acción de la mujer. Por supuesto que a Yunho le molestó, pero
escucharía lo que ambos tenían para decir.
–¡Él estuvo faltándome el
respeto, incluso cuando regañé a nuestro hijo!– Changmin rió, no por su drama
al buscar defenderse a sí misma. Sino por la hipocresía y falsedad en su voz al
decir “nuestro hijo”.
–Changmin, ¿es eso verdad?– se
asustó un poco al toparse con la seria y obscura mirada de Yunho.
–Hyung, yo sólo le dije que sus
padres no habían hecho un buen trabajo educándola…– dijo con la verdad, de
igual forma ya sabía que posiblemente le esperaba un castigo en casa –Pero ella
me dijo primero que mis padres no habían hecho un buen trabajo educándome y
dijo que tú tampoco lo estabas haciendo…– Yunho se incomodó. Al parecer era
así.
–Según tú ella te dijo eso
primero ¿no?– el niño asintió –entonces ¿qué razones tendría Mynhye para
hacerlo?– el niño suspiró y subió la mirada para encararlo.
–Estaba regañando a Minho y
quise decirle que no era su culpa, sino mía– y fue ahí, donde Yunho reventó
colérico. ¡Otra vez defendiendo a ése niño!
–¡¡Ella es su madre, tú no
tienes vela en ése entierro!!– le espetó en su cara, con mucha rabia y el niño
no lo dejó pasar.
–¡Él es mi hermano!– defendió.
Jung lo abofeteó, iban dos en menos de quince minutos.
–¡Hyung!– llamó Minho, su
“madre” lo tenía tomado de la mano, para evitar que fuera hasta su hermano
mayor. El niñito estaba llorando.
–Ve al auto y espérame allí–
ordenó Yunho. Changmin obedeció, pero antes se despediría de su hermano y
comenzó a caminar a él.
–Minh…– intentó decir, pero
Yunho lo detuvo.
–¡¿No te dije que te fueras al
auto?!– preguntó y el aludido lo miró con evidente enojo –No te di el permiso
de hacer algo más, vete ahora– ordenó con dejos de fuerza en su voz.
–Minho, no llores. A mamá nunca
le gustó que lloraras–era obvio que el menor lo retó al desobedecerlo.
–¡Sí!– y el pequeño se secó
inmediatamente sus lágrimas. Los tres adultos los miraron incómodos. En
especial Yunho.
–¡Changmin!– llamó irritado el
más alto. Changmin sonrió y comenzó a caminar para irse al auto.
Quizás ninguno de ellos podía
entender el lazo que había entre ellos. Porque aunque estaban viviendo por
separado, seguían siendo hermanos, hijos del mismo padre y la misma madre.
–¿Sabes Minho?– preguntó, luego de tener tal recuerdo
muy presente en su memoria –Hoy pinta un lindo día– dijo sonriendo con
amargura, estaba sentado sobre la grama con las piernas a medio estirar,
formando un arco con las mismas; tenía también ambos brazos posados sobre sus rodillas
y entre sus manos un ramo de flores blancas y una bolsa llena de muchas
golosinas. Movía ansiosamente los objetos que tenía entre sus dedos mientras
los observaba aguantando una punzada de intenso dolor en su pecho, de vacío y
frustración –Dime, ¿cómo es el cielo?– preguntó una segunda vez a su
hermano menor, ésa era la misma pregunta que le hacía cada año frente a la
tumba del mismo –¿Por qué no esperaste un poco más?– ésa era otra, de las
preguntas que siempre articulaba en la soledad.
Minho, el hermano menor de
Changmin, había muerto unos años atrás. Changmin siempre sintió que la vida se
había cagado en él, porque soportar una vida tan marginal y cruel durante
tantos años para que al final, haya sido en vano, es que la vida se cague en ti.
Pero aprendió que nada podía hacer, más que aceptar la triste, literalmente,
realidad.
Estiró su cuerpo hasta quedar
totalmente acostado sobre el suelo, sintiendo la piquiña que la grama le
producía al ser tocada, pero ignorándola por completo, se tapó la cara con su
antebrazo y dejó escapar un largo y fuerte suspiro, detrás de él dejó salir
todo su dolor, comenzando a llorar. Permitiendo a sus sentimientos fluir, había
pasado exactamente un año desde la última vez que había llorado. Había tomado una
decisión, sólo se permitía llorar una vez al año y ésa vez, era sólo y
únicamente el día de aniversario de la muerte de Minho, su dulce hermano menor.
Así era como lo recordaba,
siendo dulce y adorable, un ángel que ahora estaba en el cielo… Quizás era ahí
donde debía estar desde un principio.
Sintió como alguien lo pateaba
suavemente, se removió para ver quien lo molestaba en un día tan importante
como ése, en un día tan íntimo; pero sus ojos estaban cegados por la luz del
sol, así que le costó un poco acostumbrarse. Entonces, ése alguien dijo su
nombre.
–Changmin…– se asombró al
reconocer ésa voz, se levantó rápido, quedando sentado.
–¡¿Junsu?!– exclamó con
evidente asombro –¿Qué estás haciendo aquí?– preguntó aún sorprendido. Se supone
que sólo él y los padres adoptivos de Minho, saben dónde se halla su sepulcro.
–Vine a ver a Minho– el
receptor de tal respuesta se sorprendió una vez más.
–¿Cómo sabes que es aquí y que
es hoy?– quería que fuera un secreto, quería hacer de eso su más intrínseco
secreto.
–El año pasado cuando viniste,
te seguí– confesó, de algún modo eso lo molestó, pero Junsu era su mejor amigo
y no le diría nada. No hoy, al menos no ya.
Junsu unió sus manos y comenzó
con sus ofrendas y oraciones. El moreno lo observó en silencio, se acostó de
nuevo sobre la grama. Pasaron un largo rato en silencio, ninguno hablaba. El
ahora adulto amigo de tez más blanca no había dejado de pensar en los ojos
rojizos del otro, estaban totalmente hinchados y ahora, no estaba ni siquiera
llorando.
–¿Y cuándo regresas a Japón?–
se atrevió a preguntar Junsu, rompiendo el mutismo de su acompañante, quien
guió su vista al más bajo.
–Hoy mismo, tengo mucho
trabajo– dijo, dejando escapar otro largo bostezo. El silencio continuó.
Luego de otro largo rato,
Junsu invitó a Changmin a tomarse un café cuando ya partían del cementerio y su
mejor amigo aceptó sólo por no negarse, de todas formas, aún faltaba una hora y
treinta minutos para que el avión despegara y lo llevara de vuelta a Japón.
Transcurrida media hora, el surcoreano que habitaba en el país vecino se
despidió de su amigo para retornar. De ése lugar donde estaba tomando el café
al aeropuerto habían treinta minutos de carretera y si se topaba con una cola o
algún tipo de inconveniente, no quería perder su vuelo, así que partía lo antes
posible.
Llegó al aeropuerto justo a
tiempo, faltaban al menos diez minutos para que llamaran a los pasajeros y fue
acercándose a su taquilla. Nunca le había gustado estar de último en las colas.
No pasó mucho tiempo cuando le
permitieron subir, luego de hacerles ciertas revisiones y entró con calma al
avión, tomó un lugar justo al lado de la ventana. Y se sentó, pidió a la
aeromoza un vaso con agua que no tardó en llegar, cerró sus ojos para descansar
al menos ésas dos horas de regreso a “casa”, tendría que llegar a
revisar unos papeles. De pronto el recuerdo de hacía unos minutos atrás comenzó
a sucumbir en su ya relajado cuerpo.
–¿Y cómo está él?–
preguntó, ambos sabían a quien se refería Junsu y no incomodó más a Changmin
porque era obvio que en cualquier momento preguntaría por ése bastardo.
–Bien, supongo– dijo sin mucho
interés, hablar de él lo ponía de mal humor.
–¿Supones?– lo miró
sorprendido. Era su hermano, al menos legalmente y “suponía” que estaba bien.
–Las cosas han cambiado un poco,
Junsu; y ahora…–
–Siempre lo supe– confesó de pronto
deteniendo las palabras del otro, el mayor de los dos, su amigo de la infancia,
ése que había contactado apenas hacía unos años atrás –Siempre supe que
Yunho te maltrataba– tomó fuertemente su taza de café, sin querer mirar a su
amigo, aunque sentía su intensa mirada sobre sí –Siempre veía todas ésas marcas
y moretones en tu piel– continuó, luego hizo una pausa esperando alguna
respuesta o comentario, pero nada vino por parte del asombrado pero serio
hombre que tenía frente a él, Changmin –No entendía como alguien tan
inteligente como tú, siendo el mejor del curso, tan astuto; pudiera ser de la
nada torpe y caer de las escaleras– sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas
–como ésa falsa mentira que Yunho dijo aquella vez–.
–Junsu…– susurró el menor.
–No entendía, de verdad, ¿cómo
podías ser despistado de la nada? y entonces, comencé a observarte más… Y
siempre daba la coincidencia de que eras despistado luego de un Yunho molesto
o… tenías marcas diferentes…– dejó resbalar una lágrima, respiró hondo, se
calmó y prosiguió con su confesión –¡Siempre odié que me mintieras!...– exclamó
alzando la voz, pero luego su tono bajó, su mirada se suavizó y siguió su
monólogo –…pero entendía que quizás no debía ser algo fácil para ti de hablar,
pero quería ser tu apoyo, quería estar ahí… pero nunca me lo permitiste y
entonces, un día desapareciste…– de pronto, Junsu se sintió cubierto por algo,
ése algo eran los brazos de su acompañante, quien lo había encerrado en un
abrazo.
–No llores, tonto– susurró. Era
curioso, porque en un día como éste, era él quien debía ser abrazado
protectoramente, pero no, era él mismo quien ofrecía ése cariño a su lloroso
amigo en ése momento –Ahora todo está bien– y besó su frente –Debo irme, sino
quiero perder el vuelo– se separó y tomó su pequeño bolso –Cuídate Junsu, nos
veremos pronto–.
–Changmin, espera– advirtió Junsu,
secándose las lágrimas. El referido volteó y vio cómo su amigo de su bolso sacó
una caja –Entrégale esto a Jaejoong hyung– Changmin tomó la caja, asintió para
tomar su rumbo al aeropuerto.
–Por cierto Junsu, ¿cómo supiste a
la hora que estaría aquí?–.
–Jaejoong hyung me avisó a qué hora
más o menos llegarías aquí– .
–Ustedes dos son peligrosos siendo
cómplices, deberían trabajar para el FBI– bromeó, recibió un suave golpe por parte
del más bajo y salió del café. Tomó un taxi y desapareció.
Suspiró profundamente, el avión ya había despegado, así
que decidió ver por la ventanilla. El atardecer estaba acercándose, los rayos
del sol estaban ocultándose de la vista de todos y los últimos destellos muy
rebeldes se colaban entre las nubes, era un paisaje un poco familiar, le
recordaba a algo… Sí, le recordaba a aquella mañana en la que la bestia decidió
alejarlo total y completamente de todo. En la que por fin logró lo que
quería, dejarlo más solo de lo que en toda su desgraciada vida estuvo.
Los recuerdos eran aún tan
nítidos, que sentía como si hubiera ocurrido tan sólo el día anterior.
–¡¿JAPÓN?!– y es que no pudo
evitar soltar de impresión. ¿Qué rayos harían ellos en Japón? ¡Él no sabía
hablar japonés! Y por la seriedad de Yunho, sabía que no estaba bromeando. Su
hermano… ¿No vería más a su hermanito menor? –¿Japón? ¡Yunho-sshi!
¿Japón?– le preguntó una vez más, Yunho fastidiado volteó a verlo.
–Sí, Changmin, Japón, ahora,
¡Ve a empacar tus cosas, ¿sí?!– los ojos del muchacho ya estaban humedecidos,
las lágrimas amenazaban con salir.
–P-pe… pero ¿por qué?– preguntó
una vez más el niño, ¿de verdad no vería más a Minho? Yunho se paró frente al
chico y lo miró con una media sonrisa muy cínica en sus labios, para
responderle.
–“¿Por qué?”– repitió, su
expresión cambió a una total de hastío –Porque es necesario–.
–Yunho…– la mirada del menor se
obscureció y temeroso le preguntó al mayor una tercera vez –¿No veré más a
Minho?– el mayor inmediatamente frunció el ceño, allí estaba de nuevo, pensando
en ése mocoso, alias dado por el dominante.
–¡No, Changmin, no lo verás
más! ¿okey?– dijo ya exasperado –Así que, ¡ve a empacar, Jung Changmin!– dijo
muy molesto, furioso en realidad. Changmin se intimidó, era la primera vez que
su “hermano” lo llamaba por “su apellido”.
Cuando Yunho se llevó consigo a
Changmin, preguntó por los documentos legales de su nacimiento, el menor le
respondió que no los tenía, puesto a que no sabía dónde su madre había guardado
ciertas cosas, de hecho, confesó que no sabía si quiera si los tenía. Para
Yunho no fue gran cosa crear falsos documentos que parecieran legítimos.
Yunho dentro de su perfección y
astucia se dirigió un día cualquiera a las instalaciones de documentos legales
de nacimiento y buscó los de Changmin, Shim Changmin; aprovechándose de la
situación de tener amigos que formaban parte del personal que ejercía su trabajo
dentro de las oficinas, hizo que los cambiaran por los de Jung Changmin,
dejándolo oficial y legalmente con ése nombre. Sin que nadie sospechara que
alguna vez ese niño, fue Shim Changmin.
Changmin sabía que era mejor
obedecer, pero necesitaba una respuesta a su posiblemente última pregunta,
necesitaba saberlo ya que no era algo justo que Yunho lo alejara del todo de su
hermano, pero un momento… ¿qué demonios había sido justo en todos esos años?;
que era lo único que lo mantenía atado al país donde se encontraban e incluso a
la tierra.
–¿Por qué Yunho hyung?– el
nombrado, para ése momento se hallaba un poco apartado y al escuchar esas
palabras en la voz de su amado pequeño, se acercó a él dispuesto a finalizar
ésa ridícula conversación. Se irían y punto, era su deber entender; se acercó
amenazante.
–Porque viviremos en otro país
y a no ser que te lo ganes, ¡NO LO VERÁS!– gritó por último, el castaño menor
solo cerró sus ojos con fuerza –¡Haz las maletas y no se habla más del tema
¿entendido?! No tengo tiempo que perder– el chico asintió yéndose a su
habitación. Comenzando a hipar, tragándose sus lágrimas. ¿Por qué?, ¿por qué
tenía que ser así?, ¡no era justo!
El niño pasó toda la noche
arreglando las maletas, tomando las cosas que se llevaría, las más importantes
como había dicho Yunho, pero para él solo eran importantes los regalos que su
hermanito le había dado y las fotos que se habían tomado juntos, antes de que
el mayor comenzara a alejarlo de esa criatura tan especial para él. A
causa de lo ocupado que estuvo, olvidó avisarle a Junsu y cansado se acostó a
“dormir”, sólo lloraba y lloraba. La mañana llegó y ya estando en el aeropuerto
con la cara más triste, la expresión más adolorida y para su “hyung” era
notorio que estuvo llorando; los ojos del muchachito estaban hinchados, tomando
el desayuno Yunho solo tenía una increíble sonrisa en su rostro.
–Cambia esa cara– ordenó
cortante –no me arruines el día– Changmin sólo siguió comiendo en silencio, no
tenía hambre, pero el otro había traído el desayuno a la mesa ¿cómo negarse?,
ni fuerzas tenía para eso. Ése hombre era tan animal, que ni siquiera le había
dejado hablar con Minho antes de irse y ése pensamiento le llevó a recordar en
que no se había despedido de su amigo, así que pensó en hacerlo, pero ya era
tarde…
“Pasajeros del vuelo 230, por
favor, abordando”, fueron las palabras que se escucharon desde un parlante,
avisándole a todos, en especial a Changmin, que todo acababa ahí.
–Vamos– escuchó. Y no pudo
pensar en nada más, aunque tenía tiempo de hacer una llamada rápida o enviar el
mensaje, el pánico lo inundó… Todos los pensamientos que lo habían atormentado
toda la noche, ahora lo estaban destruyendo. Era un país diferente, no conocía
su idioma y por ende no lo hablaba; sin Junsu, sin Minho… sin nada…
La caja que tenía entre las
manos se le calló de las mismas, despertándolo de sus recuerdos y lo agradeció,
en lo más infinito de su ser. Recordar eso era algo que siempre lo deprimía
aunque luchara por mantenerse estable. Eso ocurrió cuando él tenía trece años,
ahora él tenía veinticinco.
Durante todo ése tiempo
alimentó su odio hacia ése hombre que se convirtió en su verdugo en todos los
sentidos posibles, el cual seguía creciendo y ahora que las cosas habían dado
un giro drástico, se encargaba de hacerle ver a cuál era su karma. Quizás esa
era la verdadera razón por la que seguía con él, Yunho se estaba hundiendo y
quería estar ahí para verlo caer y si era posible, hacer que cayera más rápido,
reír en su cara. Era lo que más anhelaba.
¿Despiadado por parte de
Changmin? Tal vez, pero ¿qué no era eso lo que había enseñado Yunho?, ¿qué no
había sido así todo el tiempo con él?... Ahora era su turno, el karma,
definitivamente había caído sobre el moreno mayor de ambos.
Tomó la caja, preguntándose qué
cosa sería, pero como no le pertenecía, simplemente la dejó de un lado y se
dispuso, ahora sí, a descansar antes de llegar a Japón.
La hora del almuerzo se
acercaba y estaba comenzando a sentir la necesidad de ingerir alimentos; por
falta de tiempo de llegar a una reunión importante en el trabajo no desayunó y
ahora, su estómago le pasaba factura.
–Ish, hay tanto trabajo– comentó en
la soledad de su oficina, observando las carpetas por montones. Los sobres
apilados a un lado de su escritorio, desvió su vista hacia el ventanal y
observó el cielo. Se podía sentir que el día estaba cálido, pero a su misma vez
fresco, pintaba un lindo viernes.
Decidió ir a comer y disfrutar
del día, se veía agradable. ¿Qué mejor que un descanso antes de continuar con
tanto trabajo? Así que pues, sin pensarlo dos veces, tomó el saco de su traje
formal y fue rumbo a la salida. Tomó la perilla, la giró y abrió la puerta de
la oficina, para encontrarse con una hermosa jovencita que estuvo a punto de
tocar la puerta.
Ambos se sorprendieron un poco.
–Buenos días, señor– saludó
cortésmente la muchacha, que aparentaba tener unos veintitrés años.
–Buenos días– respondió sin
más, era su nueva secretaria –¿Ocurrió algo?– fue directo al grano, quería ir a
comer.
–No exactamente señor, es sólo
que tiene una visita y está esperándolo allí afuera– informó la hermosa muchacha
pelirroja. ¿Visita?, comenzó a caminar hacia a fuera, haciendo que la chica
caminara también en dirección al lugar nombrado antes.
–Bien ¿quién es?– preguntó,
siguiéndola hasta el área de espera.
–Changmin– llamó, levantándose
de una vez al ver la silueta alta y esbelta acercarse. El susodicho se
descompuso al escuchar su voz. ¿Qué hacía ahí ése día? ¿Qué no estaba en viaje
de negocios y todo ése embrollo?
–Oh, Yunho, estás aquí.– saludó
casi con desprecio, tono solamente notorio para el visitante –Creí que llegabas
pasado mañana– comentó, manteniendo la distancia.
–Hubo cambio de planes y llegué
hace dos horas ¿vas de salida?– preguntó, ignorando completamente la reacción
del otro.
–Pues, algo así– respondió,
haciéndole una seña a la chica de que podía continuar con lo suyo –Ah sí,
señorita Sam, deje en mi escritorio el nuevo papeleo del presupuesto de la
semana que acaba de pasar– ella sólo asintió.
–Bien y ¿A dónde ibas?– tantos
años después y él aún seguía vigilando casi y absolutamente cada aspecto de la
vida de moreno menor, de ahora veinticinco años de edad.
–Pues, pensaba ir a comer–
respondió, empezando a caminar. Sabía que no iba a poder esquivarlo y que
tendría que estar con él a donde sea que dijera que fuera, siempre que llegaba
de un viaje de negocios iba por él para salir o lo que sea.
–Bien, vayamos a comer juntos,
vayamos en mi auto– y ahí estaba. Conocía cada movimiento y estrategia de ése
viejo. El más joven no comentó nada y lo siguió, quizás su viernes ya no
pintara como un buen día.
Fueron a uno de los
restaurantes más caros y elegantes, Yunho tenía el dinero suficiente para eso y
para más. Él solo habría querido ir a comer a uno de los puestos cercanos, de
esas comidas rápidas y que son accesibles a personas modestas, pero era Jung;
solo habría querido disfrutar de la tranquilidad que ése día le brindara pero
no, tenía que venir éste antes de lo esperado y arruinarlo todo. A pesar de
tantos años transcurridos y de que la vida le haya retribuido todo, en la forma
que lo había hecho, él seguía siendo un hombre ambicioso y lleno de codicia.
¡Despreciable!
–¿Por qué tan callado hoy,
Minnie?– y desde aquél entonces, ése apelativo era la manera “íntima” de
Jung, para referirse a su “hermano menor”. Sólo él lo llamaba así.
Picó un poco de carne y la llevó a su boca esperando una respuesta.
–Estaba pensado…– tomó un sorbo
de agua para pasar la bocanada antes ingerida –¿Por qué los planes cambiaron?–
la realidad era que había estado callado por no querer hablar, pero por otro
lado, tenía curiosidad.
–Nada muy importante– respondió
sonriendo, tomando un sorbo de una bebida muy costosa, como ocultando algo.
Como lo esperaba, siempre evitaba decirle esas cosas, desde siempre fue así,
nunca le permitió conocer mucho sobre sus cosas. Ahora lo hacía porque no le
quedaba de otra, Yunho era dueño de la cadena de bancos donde Changmin ejercía
su profesión y pues, había cosas que simplemente debía saber porque sí, pero en
cuanto a otras, siempre las ocultaba –¿Quieres champange?– ofreció, pero su
compañero se negó –Vamos Minnie, ya no eres un niño. Ahora eres un adulto–
comentó con una sonrisa de orgullo, su Minnie era un adulto y había estado
siguiendo los pasos que él había dictaminado.
–No gracias, es solo que no me
provoca– dijo con tono seco.
–Has crecido tanto,
Changminnie– ay no, odiaba el momento en el que se ponía “sentimental”.
O sea, ya podía superarlo. Algún día crecería y ya. No pasó como él esperaba,
pero de todos modos, ya tenía más libertad. Se acercó para acariciar un poco la
mejilla de su “hermano menor”. Changmin, apartó la cara. El otro solo
sonrió con amargura –Y bien ¿qué harás mañana por la noche?– preguntó,
olvidando lo sucedido.
–Dormir– el castaño daba las
respuestas en la tonada más tajante posible. Ahora no temía responder así, las
cosas habían dado un giro y habían cambiado. Sin embargo, había cosas de las
que no podía zafarse.
–Vayamos a una discoteca– el
invitado lo miró con ganas de reírse en su cara. Pero no lo hizo, la comida
estaba deliciosa como para desperdiciarla. Tenía mucho apetito.
–Sabes que no me gustan esos
lugares, además Yunho, mañana tengo trabajo temprano y en la noche, solo querré
dormir– cosa que era verdad, pero por otro lado ¿no estaba él viejo ya
para eso? Pronto cumpliría cuarenta.
–Bien– no insistió más. Ambos
terminaron de comer, hablaron de cosas triviales, solo porque Yunho siempre
encontraba un tema de que hablar, como todo hombre de negocios y siempre tenía
la excusa perfecta para un buen tema de conversación. –Regresemos entonces, ya
que tienes mucho trabajo ¿no?–.
–Uhum– asintió. Ambos se dirigieron a
donde el menor trabajaba, que pertenecía a Yunho y sus socios. Al BIMNIHONGUG,
Banco Internacional de Moneda Coreojaponés, banco cuya función era ofrecerles a
sus clientes afiliados coreanos y japoneses la facilidad de obtener el dinero
del país contrario sin necesidad de ir a bancos de tasas de cambio. –¿Cómo
están ellas?– preguntó, estando ya dentro del carro camino de regreso.
–Han estado bien– contestó con
simpleza, sin darle mucha importancia –En la noche saldremos a comer– comentó
como si fuera lo más normal del mundo. Bueno, lo era.
–Deberías preocuparte más por
ellas– dijo en tono seco. Odiaba que él fuera así y que las dejara de lado. El
piloto prefirió no responder y concentrarse en conducir. Pronto llegaron al
banco y buscó donde aparcar el carro, el copiloto dudó un poco –Puedes dejarme
aquí, no es necesario que aparques el carro, tú ya te vas ¿no?– el conductor
estaba consciente de que su Minnie no quería tenerlo
cerca, pero como uno de los dueños del banco, tenía que supervisar el área o
ésa era la excusa que la mayor parte de las veces él usaba para estar cerca de
su, antes todos, hermano menor.
–Inspeccionaré el lugar, Minnie–
aunque quizás, esta vez se lo dejara medio en claro. Ya que fue más odioso de
lo normal y no quiso ir a una discoteca con él, lo molestaría. Además,
simplemente tenía ganas de hacerlo. Hacía semanas que no estaba con él y ahora
podía hacerlo, ¿Por qué no molestarlo un rato?. Muy treinta y nueve años podía
tener, casi cuarenta, pero para él, aún seguía siendo SU Changmin y lo quería
cerca de él cada vez que podía.
Si bien las cosas habían
cambiado como ellos nunca imaginaron, en especial para el moreno mayor, que
ahora estaba casado con una preciosa mujer y tenía una adorable hija. Seguía
siendo la misma persona egoísta que había sido toda su vida. Ahora Changmin
vivía solo, pero seguía siendo “hermano menor” de Yunho. Era
por eso, que no podía librarse del todo de las garras de ése bastardo, era eso
y su deseo de verlo hundirse. El copiloto comprendió que lo hacía con la
intención de molestarlo.
–Puedes decirlo con libertad
Yunho, quieres joderme el día– dijo con desprecio en su voz, bajando del auto y
azotando la puerta. El mayor se enojó, no por el golpe, sino porque aquél le
respondiera de esa manera.
–¿Y qué si así fuera?– cuando
dije que las cosas habían cambiado, lo dije en serio. Ninguno tenía tapujos de
decirse nada, sólo en ciertas ocasiones y dependiendo de la situación, podrían
evitar decir ciertas cosas. Todo dependía del lugar, la hora; del momento en
sí. No es como que ahora era el momento adecuado, pero el adulto joven no
soportaba tenerlo cerca y saber que lo hacía con la intención de perturbarle la
poca paz que podía tener, le enervaba la sangre.
El dueño de la cadena de
bancos, caminó tras él pero se detuvo al ver como su ante todos, hermano
menor se detenía y volteaba para verlo con odio.
–¿Qué crees tú que sería “si
así fuera”?– preguntó con ira. El interrogado lo miró esperando si diría
algo más –¡Nada Yunho, no sería nada!– volteó para seguir caminando y entrar a
su lugar de trabajo.
–Tú te lo buscaste– dijo con
odiosidad. Era cierto que ambos parecían unos niños, Changmin sólo ignoró sus
palabras y siguió caminando pero se detuvo de pronto al ver un auto estacionado
que llamó fuertemente su atención –¿Qué ocurre?, ¿Qué tiene ése auto?– el menor
giró los ojos con fastidio y siguió caminando.
–¡Nada que te importe!–
respondió con la misma odiosidad que su acosador para ése momento, le habría
hablado antes.
–¡No me respondas así!– exigió y el
perseguido rompió a carcajadas, se detuvo y volteó a él. Con aires de
superioridad y con mucha osadía y odiosidad respondió:
–Te respondo como quiero,
Yunho. Ya crecí, ¿lo olvidas?– se acercó más a él y con detenimiento repitió
las palabras que él le había dicho en el restaurante –“Has crecido tanto,
Changminnie”– clavó su mirada en la seria del mayor –No soy el niño al que
asustabas, Yunho– y volteó, dejándolo en un letargo un poco incómodo, al darse
cuenta de que las personas habían estado observándolos, aunque posiblemente no
escucharan lo que habían estado hablando.
El ya crecido muchacho iba
caminando como alma que se lleva el demonio, ignorando a las personas que lo
saludaban y hacían venias en respeto, todos ahí sabían que él era el hermano
menor del dueño y jefe de donde trabajaban, además de que Changmin estaba en el
puesto que estaba por habérselo ganado, tenía honores. Nunca aceptó nada en
bandeja de oro. Todo se lo había ganado y los empleados, estaban conscientes de
ello.
Yunho acomodó su saco para ir
tras él y poner las cuentas en claro, ante la ley, seguía siendo su hermano
menor y ante ellos dos, él seguía siendo quien lo sacó del hueco donde estaba y
lo había puesto donde se encuentra ahora. Vio cómo su aura destilaba enojo.
Sonrió de medio lado y digo medio lado, porque vio como abruptamente el otro
que iba mucho más delante de él, se detuvo ante una persona, la cual no podía
ver muy bien y su aspecto cambió. Eso, evitó que sonriera completamente,
observó la escena y como ambos se dirigían a, suponía él, la oficina del menor.
En la oficina de Changmin, Kim
Jaejoong, amigo de éste, se estaba sentando en el asiendo ofrecido por el dueño
de la oficina. Un momento atrás, al ver aquél auto pensó automáticamente en
Jaejoong, gracias a Dios era él, así olvidaría por un momento a su
fastidioso “hermano mayor”.
–¿Cómo has estado, Jaejoong?–
preguntó, agradeciendo infinitamente que su amigo estaba ahí, podía hacerlo
sentir mejor. Intentaría olvidar el suceso reciente con su hyung.
Era mejor.
–Muy bien Changmin, ¿y tú cómo
has estado?– respondió, sonriendo y casi sonrojado. Sus sentimientos por el
moreno estaban creciendo cada día más pero éste parecía no darse cuenta.
Observaba como estaba buscando algo en uno de los archivos.
–He estado muy bien, gracias–
respondió mientras regresaba con el paquete que se le había sido entregado en
Japón el día anterior –Ten, aquí está lo que Junsu te envía– y se lo entregó.
Jaejoong sonrió al ver el paquete frente a él.
–Gracias– y lo tomó, lo dejó de
un lado para mirar a Changmin y pudo darse cuenta de que éste ya lo estaba
observando con una sonrisa en su rostro. Desvió un poco la mirada.
–¿Cómo van los preparativos
para el aniversario de la fundación?– preguntó, el silencio se estaba
instalando entre ellos y no era algo normal, tampoco sería algo que Changmin
permitiera. En especial porque la fundación de niños con discapacidad había
dado gran parte de alivio a su alma, cuando estuvo devastado por la muerte de
su hermano. Que por si fuera poco, Yunho contó ya cuando todo había terminado,
el funeral y el entierro. De hecho, se lo dijo una semana después.
–¡Perfecto!– los ojos del
muchacho de cabello amarillento brillaron, contar con el apoyo de Changmin era
una gran ayuda para la fundación, además de una alegría inmensa –¡Todos están
emocionados, en especial los niños. ¡De verdad muchas gracias!– se levantó para
hacer una venia.
–Sabes que no tienes que
agradecer, es algo que hago por querer…– aseguró a su amigo. La puerta se
abrió, sin previo aviso, dejando a la vista de los otros dos que estaban siendo
interrumpidos el alto cuerpo de Jung Yunho, el dueño de la oficina frunció el
ceño –¡¿Por qué no tocas antes de entrar?!– preguntó enojado Changmin. El
prepotente jefe lo ignoró y caminó hacia ellos.
–¿Acaso no nos presentas, dongsaeng?–
preguntó, dejando en evidencia que era “el hermano mayor” de Changmin.
Jaejoong se sintió un poco perturbado al tenerlo justo a su lado de pie. El dongsaeng
se frotó la cien dejando escapar un exasperado bufido.
–Bien– dijo ya cansado –Él es
Jaejoong– el intruso dirigió su vista al otro muchacho por encima del hombro,
con aires de superioridad –Jaejoong, él es Yunho, mi hermano mayor–
las últimas palabras le hicieron sentir un amargo sabor y casi le costaron
salir de sus labios.
–Soy Kim Jaejoong– e hizo otra
venia en respeto. Sabía quién era él, no conocer a Jung Yunho es considerado
casi un delito. Es decir, él junto a sus socios habían tenido una de las ideas
más increíbles de todas, aunque sabía que Changmin era su hermano menor, nunca
antes había estado cerca de él, aunque ya llevaban años de amistad –Es un pla…–
lo interrumpió con arrogancia.
–Soy Jung Yunho– dijo sin mucha
amabilidad, los celos lo estaban carcomiendo. Changmin sonreía para otros, pero
nunca para él. Todo el tiempo había sido su hermano menor, ahora que el mocoso
no estaba entre ellos, sonreía para otro intruso, y no para él. Changmin se
percató y se enojó mucho más.
–¿Nos disculpas un momento,
Jaejoong?– Changmin se levantó y le indicó a Yunho saliera de la oficina. –¿Qué
demonios te pasa?– preguntó sin más, estando fuera de la oficina y fuera del
alcance de otros empleados. Yunho lo miró sin mucha preocupación.
–¿A qué te refieres?– el menor
sabía estaba fingiendo y eso comenzaba a irritarlo.
–¿Puedes dejar de joderme la
paciencia al menos una vez en tu asquerosa vida?– Yunho sintió algo en su pecho
–Si quieres joderme la vida, hazlo en otro momento. ¡No hoy!– Jung alzó una
ceja.
–¿Por qué?, ¿qué tiene de
especial hoy? Qué ése con cara de niña está aquí ¿lo hace especial para ti?–
Changmin intentó ignorarlo.
–¡Jaejoong no tiene nada que
ver, así que deja de molestar! ¿Qué no estás ya mayor para ésto? ¡Tienes una
hija y una esposa que incluso ha perdonado tu sucio error!– dijo con desprecio,
con la intención de restregarle en la cara lo que había hecho.
–Ellas no tienen que ver
en esto– defendió.
–¡Jaejoong tampoco! Así que
deja de comportarte como un muchacho inmaduro y deja de molestar!– y entró a la
oficina y encontró a Jaejoong observando la ciudad a través del ventanal con la
que contaba la oficina, mientras colgaba su teléfono –Lamento el mal
comportamiento de mi hermano pero él es así– se disculpó verdaderamente y se
acercó a él.
–No te preocupes, es alguien
muy importante. Supongo que es normal que personas con su status social tengan
ése tipo de ego– y sonrió, pero a Changmin no le agradó que pensara eso, porque
aunque llevaban mucho tiempo conociéndose y siendo amigos, si él generalizaba
de esa manera, estaría incluyéndolo a él también como una persona que es
engreída por su status social –Debo irme, unos de los niños ha entrado en
crisis– se disculpó tomó el paquete y se dispuso a salir –Te llamaré luego–
aseguró antes de salir.
Jaejoong había ido con la
intención de hablar sobre el día del aniversario de la fundación para niños con
diferentes tipos de discapacidad, en la cual él trabajaba como psicólogo,
ayudando a los diferentes infantes a aceptar su condición y a sus familiares
entender las situaciones en las que se hallaban y con que se encontrarían. Pero
con la odiosa presencia de Yunho todo se arruinó, no era que le importaba si le
agradaba o no a otras personas, pero era el hermano mayor de la persona de la
cual se había enamorado, aunque éste no lo supiera y después, su deber como
profesional lo llamaba. No sólo como profesional, sino como persona. Ésos niños
eran su vida, los amaba como si fueran suyos.
Tomó una ducha, una larga
ducha. Yunho se había empeñado en fastidiarlo el día de hoy, pero no importaba.
Porque luego se las desquitaría, Changmin estaba muy consciente de que sus
palabras siempre le llegaban, se dio cuenta de esto cuando una vez estuvieron
discutiendo y éste se dejó mostrar herido, sólo por error.
Así que tan pronto pudo, luego
de una deliciosa cena preparada por él mismo, se metió a la cama a descansar,
aún debía hacer cosas al día siguiente.
Rápidamente el día del
aniversario de la fundación “Regálale una sonrisa al Alma”, cuya función era
brindarle servicios gratuitos a niños y adolescentes con diferentes tipos de
incapacidad y brindarle apoyo moral a sus familiares, había llegado.
Era Changmin uno de los
invitados especiales por donar nuevos equipos médicos para tratar a los niños.
Todos se encontraban verdaderamente agradecidos. El invitado especial estaba
intentando pasar desapercibido, pero parecía que todo el mundo lo conocía, se
encontraba ya tan cansado que decidió ir al baño, al entrar ya dentro estaba
Yunho, sólo lo ignoró y entró al cubículo y esperó que para cuando saliera de
él, ya no estuviera.
Pero eran solo falsas
esperanzas, allí estaba el muy bastardo cuando salió, esperándolo.
–Oh, es así como malgastas tu
tiempo libre– afirmó con la intención de irritar al menor, quien al oír tales
palabras frunció el ceño, cerró el grifo del agua, secó sus manos con una de
los pañuelos que habían y lo miró.
–¿Malgastar?– sin embargo,
mantendría la calma, no se dejaría llevar por los impulsos que sabía
perfectamente su hermano mayor quería provocar en él.
–Sí, podrías hacer algo más
productivo– dijo, Changmin sólo rió en su cara, recostó un poco su cuerpo a la
base donde estaban los lavábamos, se cruzó de brazos y entonces respondió.
–Y no me digas, tener sexo
contigo sí lo es, ¿verdad?– era Yunho quien fruncía el ceño ahora, su
acompañante sonrió irónicamente ante su silencio –¿Sabes?... No hay nada que me
ate a ti, sólo la satisfacción que me da verte hundir– confesó severamente, con
una de sus más resplandecientes sonrisas. Había sentido un golpe bajo.
–Eres quien eres, gracias a mi–
sólo se escucharon las carcajadas del castaño menor atiborrando la sala de
baño, el mayor se mostró serio.
–Error, querido hermano– dijo
de manera burlesca –Soy quien soy, gracias a Minho– al escuchar ése nombre,
Yunho apretó sus puños con fuerza.
–¿Aún piensas en ése mocoso?–
el hecho de escuchar al moreno referirse a Minho de esa manera, aunque ya
estuviera muerto, provocó en él, el profundo deseo de romperle el rostro y
luego prenderle en fuego.
–¿Cómo dijiste?– se acercó
rápidamente a él y con brusquedad lo tomó de las solapas de su elegante traje.
–Él está muerto ahora– lo miró
a la cara con una prepotente sonrisa grabada en su rostro. Parecía que ahora él
iba ganando ésta pelea ¿a qué querían llegar ambos? Quizás ni ellos mismos lo
sabían, estaban siendo movidos por sus más fuertes deseos. Yunho siempre deseó
que al menos una vez el menor riera para él, pero no de la forma en la que
ahora lo hacía. Changmin por su deseo de restregarle en la cara el castigo que
la vida le estaba dando. Él último quería partirle la cara, estaban en un baño
público. ¿Debía contenerse?, sí; ¿lo haría?, no. Él era el maldito desgraciado
que siempre había odiado –Debí haber acabado con él cuando eras un niño, así me
habría ahorrado…– Changmin no lo toleró más y arremetió contra él, su puño
cerrado y lleno de odio, a su mejilla derecha.
–Maldito– susurró –eres tan
maldito que todo lo que te está pasando, es tu castigo. Es tu escarmiento Jung
Yunho– dijo con odio, casi saboreando el amargo sabor de un veneno letal. El
anfitrión del evento quería inyectar en él tanto de su odio como pudiera –No
sabes cuánto deseo verte sufrir cada vez más, para reírme en tu cara. Mientras
eres comido por ésa enfermedad que por tus mismas acciones contrajiste– Cuando
el agredido recibió semejante golpe del menor, su cuerpo fue atajado por la
pared, en la cual se hallaba recostado escuchando como Changmin iba
pronunciando con más desprecio cada palabra –¡Me das asco, maldito!– el menor
salió del baño, para dirigirse a la multitud.
Changmin donaba la mitad de su
sueldo a la fundación mensualmente. Allí había conseguido alivio. Mucho no pudo
hacer por su difunto hermano, eso sentía, aunque en realidad era todo lo
contrario. Ver a cada niño sonreír, era como ver a Minho. Sólo eso le daba
verdadera alegría y fortaleza de seguir viviendo. Cuando él se enteró que su
hermanito había muerto, su mundo se acabó completamente, se había quedado sin
nada. ¡Absolutamente nada!, sin embargo, con el pasar de los años, él siguió
viviendo sin rumbo fijo, se había convertido en algo parecido a un zombi, un
muerto viviente, en algo sin vida. Hasta que conoció a Jaejoong y éste lo trajo
a la fundación, una esperanza llegó a él.
Ya que Changmin era el invitado
especial, los flashes de las cámaras de los reporteros se estaban posando en
él. Por dos razones, por el hecho de ser un joven de buen corazón dispuesto a
donar todo ése equipo médico y la más llamativa y resaltante, es que, no era
sólo un joven de buen corazón, sino ser el hermano menor de uno de los más
grandes accionistas del banco BIMNIHONGUG.
El banco tomó mucha fama por
parte de los ciudadanos de ambos países, desde el principio, alabando la gran
idea que Yunho y los demás socios, habían tenido. Tanto que muchos años después
era un buen tema de conversación, recibiendo buenos comentarios por parte de
sus clientes. Desde: “Que grandiosa idea”; hasta: “Que buen servicio
ofrecen”. Ésa era la verdadera razón por la que las cámaras dirigían sus
lentes a él.
Yunho observaba todo desde
lejos, las palabras crueles que su Changmin le había dicho en el baño le habían
dolido. ¿Por qué?... la verdad duele, y más cuando aprendes a querer, Yunho
aprendió que de verdad quería al otro moreno ya muy tarde, cuando todo el daño
estaba hecho y el odio había crecido. Él mismo se había encargado de poner al
otro en esa posición y a sí mismo en su perdición. Dicen que hay un purgatorio,
pero Yunho estaba consciente de que lo que esta tierra hacías, en ésta misma el
karma te hacía pagarlo. Quizás lograba entender un poco, por imaginación claro,
a Changmin. Aún recordaba como despiadadamente se rió en su cara cuando le
confesó que no podían tener más sexo porque tenía sida.
Se maldijo por no haber aprendido
a contenerse, si lo habría hecho, las cosas serían distintas. Ése era su karma,
cada día se sentía más débil, el médico le decía que debía cuidarse más, pero
era tan afanoso que se negaba a aceptarlo aún. El Yunho todo poderoso no
debería estar pasando por algo así. La razón de regresar antes de su viaje, se
debía a que la enfermedad estaba muy avanzada y sería mejor contactar a su
médico.
Ahora debía cargar con el
desprecio de su esposa, que sólo estaba con él por su hija; la decepción de sus
padres y el odio de Changmin.
–Changmin– llamó Jaejoong
emocionado –Muchas gracias por todo lo que estás haciendo– el moreno logró
salir del área de las cámaras. El psicólogo hizo una venia en forma de
agradecimiento, realmente estaba muy feliz y excitado, podía ver a algunos de
sus niños alegres también.
–No tienes porqué agradecer,
sabes que lo hago porque esto me hace feliz– aseguró ya que era verdad, sus
palabras eran todas en ese momento verdaderas. Porque justo en ése momento lo
estaba.
–Pero de verdad, muchas
gracias; ahora nuestros niños están más felices y sus padres también–.
–Jaejoong, basta de agradecer
por favor– pidió su acompañante. El otro sólo sonrió un poco avergonzado. Se
sentía por demás contento y feliz, por sus amados niños y por poder estar con
la persona que le gustaba muchísimo.
–¡Jaejoong Hyung!– llamó uno de
los niños escondiéndose detrás de él.
–¿Qué ocurre, pequeño?–
preguntó preocupado.
–¡Lizzy no deja de molestarme!–
respondía con pucheros, Lizzy quien era una niña muy hermosa de cabello corto
hasta sus hombros, negro azabache y muy risueña y adorable; unos pasos más allá
venía con un cepillo para el cabello y muchos lazos y cosas que se colocan en
la cabeza para adornarla.
–Youngtae~~– canturreaba –no te
escondas. Te encontraré de todas formas~–.
–Lizzy– llamó Jaejoong –¿Por
qué estás molestando a Yountae?– la muchachita lo miró sonriendo nerviosa.
–Es que quiero peinarlo– el
mayor oprimió una pequeña risa. El niño tenía el cabello largo, al estilo
honguito, por esa razón la niña siempre quería jugar con su cabello. Changmin
observaba la escena de cómo su amigo trataba de hacerle entender a la pequeña
que debía dejarlo tranquilo, porque los niños no debían llevar moños en el
cabello, ya que eso era para niñas. Ése momento lo hizo transportarse a una
época donde un Minho y un Changmin de antaño solían jugar mucho, eso provocó
una punzada en el pecho del moreno.
–¡Changmin!– escuchó su nombre
provenir de la boca de su acompañante y como el mismo, sonaba sus dedos
frente a su cara para que le entregara su atención.
–¿Qué te sucede?, ¿Estás bien?–
el interrogado sonrió al ver a un Jaejoong preocupado por él.
–Sí, lo estoy. Sólo me distraje un
poco– no mintió del todo. Porque no, ahora no estaba bien.
–¿No son esos tus padres?– “padres” .
Dirigió su vista hacia donde los dedos de su acompañante señalaban y si, ahí
estaban sus “padres”. Esos que en un principio se habían negado a
aceptar la idea de Yunho, de adoptar a un niño. A Changmin le tomó años
llamarlos padres, pero como siempre fue costumbre, Yunho ordenaba y
él sólo obedecía, le tocó hacerlo más rápido de lo que habría querido. Si bien
ya tenía elección propia, estaba acostumbrado a llamarlos “padres”.
Además de que ante todo el mundo, él era un Jung. Gracias a que su hermano se
hizo reconocido por casi todo Japón y Sur Corea arrastrándolo a él en el proceso.
Los vio acercarse cuando les
envió una señal para que notasen donde estaba.
–Papá, mamá– se sentía
hipócrita, pero la realidad era que una vez fue aceptado éstos se disculparon
con él y comenzaron a tratarlo de manera muy amable, como un verdadero hijo.
Una vez le pidieron quedarse a vivir en su casa, pero su hermano se
negó. Lo más que pudo hacer fue dormir varios días en su casa y hasta tenía una
habitación para él.
–Hola hijo– saludo sonriente la
mujer.
–Hola– y recibió un dulce beso
en la mejilla por parte de la señora y luego al mirar a su padre hizo una
respetuosa reverencia –Padre– el hombre también sonrió y le extendió la mano
cuando Changmin finalizó la venia, la cual sin pensarlo dos veces la respondió.
–Jaejoong, querido. ¿Cómo has
estado?– saludó la mujer, cierto, él aún estaba allí. Él hizo otra reverencia y
respondió cordialmente el saludo de la madre de su amado.
–Muy bien, gracias ¿Y usted?–
la señora Jung respondió positivamente y entonces saludo al señor Jung, quien
también contestó que estaba bien.
Fueron a sentarse en una de las
meses para disfrutar otro poco del evento y los pequeños espectáculos que
ofrecían a los invitados y todo iba de maravilla hasta que la voz femenina de
su madre le hizo una pregunta.
–¿Dónde está tu hermano?– la
sangré se le calentó y recordó el incidente en el baño e hizo un esfuerzo
inhumano para mantenerse calmado.
–No lo sé madre, hace buen rato
que no lo veo– luego de esa pequeña conversación, para el protagonista de esta
historia era ya hora de irse. Además de que era un poco tarde. Se despidió de
todos y el doctor Kim lo acompañó hasta su auto.
–Gracias por todo una vez más–
sonrió torpemente el psicólogo.
–No hay por qué una vez más–
respondió el dueño de la piel morena que hacía al corazón del de la piel clara,
acelerarse a grandes velocidades, que justo cuando iba a subirse al auto, se
devolvió para hacerle una pregunta a su acompañante –Eh… Jae… ¿Qué harás éste
viernes por la noche?– preguntó tímido. El interrogado volteó para mirarlo y
luego darle una respuesta.
–Nada que yo recuerde– el
administrador sonrió.
–¿Quieres ir a cenar conmigo
ése día?– el invitante se había dado cuenta hace tiempo de los sentimientos del
mayor y en vista de que compartían el mismo afecto quería comenzar a dar un
paso más allá de sólo tener una amistad.
–¿Eh?, ¡Sí!– respondió
enseguida muy emocionado. Changmin sonrió.
–Bien, paso por ti a las 8:00
PM– advirtió.
–¡Okey!– y Jaejoong vio el auto de su
cita alejarse. Estaba feliz, era la primera vez que Changmin lo invitaba a
cenar. Siempre habían ido a beber con amigos y salidas de ese estilo, pero no
una cena.
Luego de una larga ducha para
sacarse el estrés y el cansancio del día y del increíble dolor de cabeza, que
gracias a su amado hermano mayor, nótese el sarcasmo, había
obtenido; se acostó sonriente, tenía una cita con Jaejoong, Kim Jaejoong el
viernes, tan sólo faltaban dos días. Aún eran las 8:30 PM pero estaba cansado y
quería dormir bastante así que se dejó vencer por el sueño, pero el ringtone de
su móvil lo sacó de ése relajante letargo, en el que no sabes si estás dormido
o despierto, sólo que tu cuerpo se encuentra en un trance que se siente muy bien.
–¿Uh?, diga…– contestó entre
dormido.
–¿Tío?– se escuchó esa adorable
voz del otro lado.
–Sí, mi princesa– contestó
dulcemente. Esa niña era muy importante para él, aunque era la hija de aquél
animal que cada día aborrecía más.
–Sólo te quería decir que te
amo– el tío murió de ternura –y que quería que vinieras a mi fiesta de
cumpleaños– invitó.
–¿Y qué día es?– se acomodó en
su cama, esperando la fecha. Mientras con su mano libre restregaba sus ojos con
pereza.
–El sábado por la tarde– dentro de
tres días.
–Bien, ahí estaré, dulzura–.
–¡Oke! ¡Te quiero mucho!– la llamada
colgó.
Le alegraba tener la cercanía
de esa pequeña princesa, Byul era un amor. Pero lo único que no le agradaba era
que estaría cerca de su padre. Aunque nada podría pasar, sería en la casa de
sus “padres”, estaría su hija y su esposa. Él odiaba la mala reputación
y se había esforzado porque nadie supiera toda la verdad oculta entre ellos,
así que no se arriesgaría, estaría bien.
Fue por un vaso con agua y
después de beberlo se dejó caer como roca y se durmió, esperando por el día de
mañana, que fuera mejor que el día de hoy. Siempre se esforzaba por sonreír y
seguir adelante, pero siendo sinceros, la vida que le tocó, no ha sido la más
fácil precisamente y él, había aceptado todo. Había estado sufriendo en
silencio durante toda su vida y sólo quería ahora escapar, pero no tenía a
donde. Lo único que su alma aliviaba, era su sobrina y los niños de la
fundación. Eso lo aliviaba y lo que lo mantenía con vida, era que estaba viendo
a Yunho hundirse, estaba esperando porque llegara su fin. Pero aun así, no era
realmente feliz.
*~*~*
*~*Nota de Autora*~*
¡Hola! *Hace una venia*
Originalmente subiría el capítulo mañana, pero gracias a que
tengo muchas cosas que hacer mañana y no estoy segura si
pueda cumplir con subir a tiempo el cap decidí hacerlo hoy.
Espero que realmente les guste y que con éste capítulo
puedan entender un poco más la historia.
¡Gracias por los comentarios que me dejaron en la entrada
anterior, de verdad me animan y me hacen feliz!
Perdón si tiene algún error, si los ven, díganme cuales son,
siempre dejo pasar alguno aunque ya corregí.
Capítulo 3 será subido el lunes 11/03/2013.
Odette Free se despide dejándoles mucho amor. v(*3*)v
*~*~*